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Soy organizador de Comedores Sociales, una organización fines de lucro que busca la justicia social a través del servicio de comidas para personas desfavorecidas y marginadas. A eso de las 11:00 a.m. del 30 de abril [del 2020] dirigí una manifestación vehicular de Comedores Sociales para brindar atención y exigir acción del gobierno hacia la crisis alimentaria emergente de la pandemia del COVID-19.

Yo me encontraba en un Susuki del año 2000 con mi compañera y coordinadora de Comedores Sociales guiando el vehículo. Nuestro vehículo fue el primero de la manifestación, mientras que el segundo y tercero eran las tumba cocos [guaguas de sonidos] y el resto eran vehículos de participantes de la manifestación.

A eso de las 11:30 a.m., la policía detiene mi vehículo y la caravana entera antes de tomar la curva en la Avenida Juan Ponce de León en Miramar. Había aproximadamente 50 oficiales de la Policía detenidos en el carril del des paseo en motoras, patrullas y a pie. Eso era un operativo, básicamente.

Al detenernos uno de los oficiales intervino con ambos conductores de las guaguas de sonido. Yo me bajo y confronto al y le explica que no hemos violado alguna ley y que están ejerciendo sus derechos constitucionales. También le pregunté en qué parte de la orden ejecutiva estaba escrito donde prohibe hacer una caravana y tener una tumba coco como parte de ella.

El oficial me respondió diciéndome: “Si quieres defender la constitución vete pa’ los tribunales”

Cuando hablo con ambos choferes de las guaguas de sonido y ambos me explican individualmente que el oficial los amenazó con arrestarlos, multarlos y confiscarles su vehículo si no abandonaba la manifestación.

Ambos choferes decidieron irse por la presión puesta por la Policía y evitar que le confiscaran sus vehículos. Yo les aseguré el apoyo de Comedores Sociales, pero aún así los choferes abandonaron la manifestación.

Cuando me dirigía a mi vehículo para continuar con la manifestación, el Coronel José Juan García pide mi arresto. El Teniente [Leslie] Zeno fue quien realizó el arresto. Ninguno de los dos supo explicarme los cargos, pero aparentaba ser por violación a la orden ejecutiva.

Me mantuve en silencio y no tuve conversaciones con ningunos de los oficiales envueltos en su detención ilegal, excepto por el Teniente Zeno, quien me preguntó si me dolían las muñecas por las esposas. Uno de los oficiales envueltos repitió en varias ocasiones que solo “estaban cumpliendo instrucciones”.

Todo esto ocurrió entre las 11:30 a 12:30 p.m.

Me llevaron al cuartel de Hato Rey, me tomaron mi información y me llevaron a la celda a esperar. Me ofrecieron comida, pero la negué como forma de protesta. Aproximadamente a las 6:00 p.m. me entero que se me sometieron tres cargos por mi arresto: Violación a la Orden Ejecutiva, Violación a la Ley 22 [de tránsito] y resistencia al arresto, los cuales fueron adjudicados 7:30 p.m.

La jueza quiso ver el caso y realizar la vista ese mismo día de manera virtualmente. Tomó aproximadamente una hora para llevarse a cabo.

Mis abogados argumentaron que la uniformada no cumplió con el protocolo de manejo de casos de delitos menores bajo la orden ejecutiva, ya que este protocolo establece que para delitos de menor grados se harían citaciones, en vez de arrestos. Esto ya que no es recomendable encarcelar a civiles en medio de esta pandemia.

La policía confesó que no había leído el nuevo protocolo. También admitieron que no resistí al arresto por un video tomado en la escena de la intervención presentado como evidencia.

En fin, no hubo delito alguno para que se me arrestara y de haber algún delito menor, como los que fueron derrotados, se hubiese escrito una citación al tribunal y no un arresto. Todo esto según la Orden Ejecutiva.

Al final, la jueza determinó que no había caso y fui liberado a las 9:00 p.m. Fueron nueve horas y media de detención ilegal. Por lo que sé, no hubo repercusiones algunas para los oficiales envueltos en mi arresto.

El arresto no fue adecuado, pero no me lastimaron ni me insultaron. Eso es lo mínimo que se puede pedir. Los coroneles tuvieron su ego y poder retados, se sintieron bien machotes y entonces por eso me dieron el arresto. Todos los demás son los tontos útiles.