3.12 |
9. Explíquenos, por favor, en detalle todo lo que pasó y cómo fue la intervención de la policía. |
El domingo [9 de enero de 2020] estuve atendiendo la salud de mi hije [su pronombre preferido es elle] en la sala de emergencia del Hospital Pavía en Yauco cuando llegó un grupo de siete policías acompañando a unos paramédicos transportando a un caballero. Luego que salí del hospital, lo reconocí como el individuo del video que fue disparado por un taser en Yauco Plaza.
Los policías presentes, enfermeros y doctores le llamaron Juan del Pueblo en todo momento, ya que él no tenía identificación y no podía dar información por su estado de salud mental.
[Juan del Pueblo] era un hombre de raza negra, bajito y fuerte, como si hiciera ejercicio, con un aspecto físico desaliñado, deteriorado y de poca higiene. Estaba descalzo con los pies bien sucios, como si hubiera caminado o si acostumbrara a caminar descalzo en la calle. Tenían marcas bien visibles que aparentaban ser como de jeringuillas, como si usara drogas. Parecía una persona deambulante.
[Juan del Pueblo] llegó esposado y descalzo a la sala de emergencia.
Lo pude ver y escuchar de cerca porque cuando llegó al hospital lo estacionaron justo al frente de nuestra camilla. Ahí pude observar que tenía heridas en la cara y en otras partes del cuerpo. Tenía la cara ensangrentada con una apertura en la ceja izquierda. Para mí, parecía un macanazo.
También tenía cortadas en los brazos y las piernas que se veían menos impresionantes. Por el video donde (se ve que) se le utilizó el taser, me imagino que estas [heridas] se dieron al momento del arresto y al tratar de controlarlo. Aparte de lo que puedo [inferir] con lo que observé, no sé cómo sucedió.
Cuando [Juan del Pueblo] llegó por primera vez a la sala estaba visiblemente afectado de su salud mental. No recibía instrucciones, creo que ni siquiera las entendía porque su estado mental no le permitía. En todo momento gritaba alto al decir incongruencias, palabras soeces y comentarios o inclinaciones sexuales a mujeres a su alrededor.
[Juan del Pueblo] le decía a la enfermera que lo estaba atendiendo “mámame el bicho…”, “déjame metértelo”, entre otras cosas.
A eso [La Policía] le respondía de una manera violenta e ilógica. Los siete agentes le gritaban [simultáneamente] cosas como “¡Quédate ahí, cállate la boca y no jodas más!” y “¡Cállate la boca y quédate quieto!”.
Luego de eso, no todos los oficiales le hablaban [a Juan del Pueblo] de esa manera, sino que solo unos tres agentes eran los que continuaban siendo más rudos con sus palabras.
Aún viendo que yo estaba a lado de ellos con mi hije, decidieron actuar de esa manera. Le pedí [a las enfermeras] que me moviera, ya que mi hije tiene 14 [años] y no tiene por qué escuchar estas cosas. No obstante, los oficiales y el hospital decidió dejar el caballero ahí con un menor al lado.
Soy psicóloga y reconocí rápidamente que este hombre no estaba bien. No tienes que ser psicólogo para saber que no está bien ya que estaba visiblemente afectado, sin duda alguna. Sin embargo, [los policías] me parecían más locos porque se molestaban por lo que decía una persona con una salud mental deteriorada.
Luego se lo llevaron por un momento, pero lo trajeron y acostaron en la camilla justo a lado de [nosotres].
Inicialmente [Juan del Pueblo] estuvo esposado para luego ser amarrado con amarres de cuero en la camilla para mantenerlo allí. Todo el tiempo estuvo acompañado de siete agentes de la Policía. Aunque algunos de estos entraban y salían y no estaban presentes en todo momento, los agentes se turnaban y en ocasiones estaban todos presentes.
Aunque lo teníamos a lado, había una cortina entre [nosotres], así que no podía discernir las voces ni identificar a los oficiales.
La Policía se encargó de atender la parte física. Sin embargo, invisibilizaron su estado de salud mental tan severo en el proceso. Era una persona que no estaba bien y que visiblemente era un paciente psiquiátrico.
Esta dinámica continuó hasta que tuvo que ser sedado. Luego hubieron momentos donde se levantaba desesperado y agresivo, igual a como estaba antes de ser sedado, pero volvió a caer inconsiente.
Cuando despertó estaba menos agresivo por lo atontado que lo puso el sedante, pero aún así se notaba que no estaba bien. Cuando los agentes vieron que despertó comenzaron a hacerle preguntas, tanto personales como sobre lo que le había sucedido. Pero [Juan del Pueblo] no entendía lo que estaba pasando porque estaba afectado mentalmente y era paciente psiquiátrico evidente. Aún así, la Policía le continuaba cuestionando insistentemente y trataba de hacerlo razonar, cuando era claro que no estaba bien.
Uno de los agentes le pregunta si recordaba su nombre. Inicialmente, [Juan del Pueblo] dijo que su nombre era Joe, pero después dijo que se llamaba Ramón. Yo estaba escuchando la conversación [del otro lado de la cortina] y pienso que él no sabía ni quién era…Así de afectado estaba.
[Juan del Pueblo] logra despertar, y se oía confundido. Él le pregunta al oficial que lo acompañaba dónde estaba y qué había pasado y expresó que se sentía adolorido.
Entonces, el agente de la Policía pregunta que si él sabía lo que le había pasado como tal y que si sabía lo que le había pasado en la cara. Cuando [Juan del Pueblo] no le respondió, el agente le preguntó “¿Qué te pasó? ¿Con qué fue que chocaste?”
Yo interpreté esto como el oficial dándole un pie forzado, tratando de meterle información en la mente al caballero de que fue un accidente. Como si quisiera implicar cómo sucedieron las cosas, aprovechando el estado mental de [Juan del Pueblo].
Ahí mi hije y yo nos miramos como quien dice…“Aja.. se dio con la macana.”
Por como vi que era la apertura en su ceja, por las historias que ya sabemos y por el video publicado, mi impresión en el hospital fue que [esa herida] se lo hizo un golpe con un objeto condundente…como una macana.
Los agentes comenzaron a hablar sobre el caso y pude escuchar que, según ellos, lo arrestaron por actos impropios a una oficial de la Policía y por acechar a unas personas en Yauco Plaza. También hablaron de un vehículo que no le pertenecía, tal vez robado. Los agentes hablaban sobre el vehículo y se preguntaban si le pertenecía a él o no. Pero esto no lo sabían porque no podían confirmar su nombre ni compararlo con el registro [del carro].
Esto lo supe por la conversación entre ellos, ya que a [Juan del Pueblo] no se le dio derecho a privacidad en lo absoluto.
Entonces llegó un agente no uniformado que parece ser de alguna división de vehículos hurtados o de investigación. La realidad es que no sabía de qué. Los agentes [ya presentes] le preguntaron a su compañero por qué estaba allí. Este agente les respondió que vino a entrevistar [A Juan del Pueblo] sobre los hechos ocurridos. Ahí me llamó la atención la respuesta de los otros agentes a esto, ya que dijeron que [Juan del Pueblo] no podía ser entrevistado ya que estaba sedado.
Para mí la contestación correcta [a la pregunta del agente que recién llegó] es que, aunque no estuviera sedado, [Juan del Pueblo] no estaba en condiciones para ser entrevistado, aún despierto. Si el proceso de entrevista se llegara a llevar a cabo en el hospital con lo incoherente que se encontraba el caballero, era posible que este se hubiese implicado en un delito que no cometió, involucrado a personas inocentes o se hubiese manchado el proceso [de entrevista e investigación] porque [Juan del Pueblo] no estaba en condiciones de ser entrevistado.
Y el hecho de que [la Policía] decidiera proseguir con preguntas, con entrevistas o darle órdenes en ese estado fue inapropiado e incorrecto. Su estado de salud mental no parecía ser pasajero, sino que parece que siempre estaba así. [Parecía] Una persona que necesitaba unos cuidados mayores.
Por lo que vi en en los videos y por lo que vi en el hospital, es obvio que no era una persona capaz de seguir instrucciones ni de respetar autoridad. No porque no quisiera, sino porque vi que es incapaz de hacerlo por su estado de salud mental que no se lo permitía.
Cuando el individuo despertó del sedante eso de las 7:00 a 8:00 p.m. fue dado de alta. Nadie lo vino a buscar o procuró por él, según lo que sé. Él llegó con paramédicos y policías, pero luego salió solo con la policía. Salió de allí esposado y descalzo. En ningún momento escuché que le hayan ofrecido un par de zapatos, chancletas o hasta las funditas que utilizan los médicos.
Aunque [Juan del Pueblo] estaba despierto del sedante, si yo fuera a hacer una evaluación del paciente, diría que no estaba bien ni coherente para darle de alta. Él necesitaba ayuda psiquiátrica.
Durante el tiempo que estuvo [en el hospital], él mostró pensamientos y lenguaje desorganizado, con un comportamiento fuera de lo normal. En ocasiones sus expresiones eran delirantes, como de fantasía. En una dijo que era el presidente del mundo o algo así.
|