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Nosotras empezamos bien chillin’. Habíamos ocupado el lugar por donde los trolleys recogen a la gente, frente a Mayagüez Mall. Estábamos haciendo una línea de piquete por esa marginal pero luego se decidió cerrar la carretera. Empezó el revolú con los guardias cuando ya habíamos cerrado la #2 colectivamente. Ya se había llamado al cuartel más cercano para decirle de este evento, so ellos sabían que esto iba a pasar, y les dijimos las diferentes organizaciones que estaban liderando esto.

Cuando llegan los guardias al evento, me preguntan, “¿quién es la persona que está liderando el evento?”. Esto fue la guardia que me incriminó. Yo les contesté, yo sé que ella quiere hablar, y me identifiqué como parte las Alacena Feminista de Mayagüez, una de las organizaciones que organizaron esto. Ella lo que me dijo fue que nosotras no podemos bloquear la carretera, que nosotras no podemos manifestarnos de esa manera, que nos fuéramos y que si no nos íbamos que van a llamar refuerzos.

Yo casi me río. Yo le dije, bueno, la carretera ya está cerrada y le dije que me dé dos minutos porque yo no mando. Yo lidero, yo no mando. La gente estaba bien puesta para salir en el piquete. Le dije, dame dos minutos, y ahí lo dejé. Le dije a Luisa [pseudonimo de manifestante] y ella me dijo que nos están privando de nuestros derechos de expresión, y ahí es cuando una patrulla, un carro, está tratando de romper la línea de piquete. Todavía no había pasado el tramboyo de lo de las matas. O sea, hay esta persona [policía] que con el carro está tratando de mover la gente, con el carro chocar la gente para romper la línea de piquete.

Luisa, como ya hemos tenido intervenciones, se planta frente a la patrulla. Cuando yo veo que esa fuckin patrulla está soltando el freno, y sigue soltando el freno con Luisa ahí, yo cojo y me meto a su lado. Ahí pasó cuanta cosa y qué sé yo qué y los guardias nos dejaron ahí. Hicimos presión, ellos cedieron y nos dejaron ahí. Incluso al final, cuando nos dejaron ir a la noche, el guardia dijo que ellos [lo que iban a hacer era] buscar conos y eso para hacer la línea de piquete, pero, como que desde la Policía.

Ahí entonces todo se calmó un poco y seguimos con el piquete, pero pasa un ratito y llegan estas guaguas [pickup] que son las que tenían la marihuana. Estas guaguas querían pasar a la mala. Es como que, primero que todo, no podían pasar porque estaba la línea de piquete. Segundo que todo, ellos querían pasar por el extremo derecho [en dirección al cuartel], y que carril que originalmente se negoció con la Policía que estaba ahí era el carril de la extrema izquierda, ese era el que podrían usar porque, justamente, les barrileres estaban en el carril de la extrema derecha. Pero a la mala querían pasar por el lado derecho del carril.

Se complicó la cosa porque las personas manifestantes estábamos puestas para no romper la línea de piquete. Ahí se forma este tramboyo, esta disputa, esta pelea de que si la guagua [pickup con marihuana] pasa o no pasa. Desde mi experiencia, yo no vi cuando alegan que Daki [joven intervenida] cogió de esas matas. Yo no lo vi, esto pasó en menos nada que el guardia [sargento J. Torres] tenía las manos encima de Daki. Agresiva y hostilmente estaba manejando su cuerpo.

Cuando yo vi a este tipo toqueteándola, no de manera sexual pero sí agresiva y hostil, yo quería que la soltara. A mí no me importa qué pasó. Yo sé que lo más probable esto era por alguna estupidez tratando de criminalizarnos, verdad, y más con esta cuestión de los derechos de la mujer, derechos de la comunidad LGBT, la cuestión de que nos estamos manifestando… esto es desde la perspectiva de joder a les pelús. Ahí siguió el tramoyo bien cabrón porque, tú sabes que una vez hay un guardia se zumban de cinco a ocho guardias más y ahí se formó todo ese papelón.

En eso, la guagua [pickup] aceleró, cuando pasó, literalmente casi se lleva a [Antonio] y a Gabriela. En el video tú puedes ver cómo [Antonio] se levanta un poco y se echa para el lado para esquivar cualquier posible golpe. Y vamos, la guagua estaba en el extremo carril derecho y, este cabrón podía haber estado más encabrona’o o más rápido y se los iba a llevar. ¿Me entiendes? Él puso en riesgo todas nuestras vidas, desde las personas barrileras hasta las personas en la línea de piquete, porque así son: agresores. Hay un video en que se ve que él [el conductor] agarra la bandera feminista y la tira contra el piso, encabrona’o, con coraje, con furia, con odio, sobre todo, con esa malicia de los agresores.

Desde que llegaron los policías, para mí comenzó el tramoyo, desde esa cuestión de “se tienen que ir de ahí, si no vamos a buscar refuerzos”.

Después de este tramoyo, fuimos al cuartel que está detrás de Plaza Sultana, a donde llevaron a Daki. La dinámica ahí fue super macharrana. Llegamos, hubo mucho bullicio:, “¡Daki no estás sola! ¡Daki estamos aquí!”, y después bajamos la voz para que los procesos se lleven bien. Yo estoy en el área de cemento por donde están las puertas y me siento. Ahí hay par de compas.

De momento empiezan a salir guardias, se paran como siete guardias al frente de les compas, pero yo les estoy dando la espalda. Solo nos dividía una cinta amarilla. Me dicen un compa, “te están señalando y están mirando mucho hacia ti, muévete”. Yo entonces me muevo entre la corilla y me pongo a hablar con la gente, entre esa conversación, me percato que empiezan a salir más guardias, siete u ocho, hacia la salida de carros del cuartel. No la cerraron como tal, pero era como para estar vigilantes.

Veo eso y le digo a una amiga, “acho, sácame de aquí”. Pero me quedé chillin’, pensé que no me van a incriminar, nunca me han pasado estas cuestiones. O sea, tenía ese sentido de alerta pero como que nada, pichaera, estamos bien, vamos a seguir aquí.

Pasan como cinco minutos y de momento llega otro grupo adicional, de como cinco o seis guardias, donde está la guardia que me preguntó al principio sobre quiénes organizaban la manifestación, la que se ve en el video frente al Mall. Ella se dirige hacia mí. La clara, yo no me acuerdo de mucho de lo que estaba pasando todavía, pero cuando salí del cuartel, hablando con una compa, me dijo que “ella [la oficial] no te llamó acusándote, ella te llamó diciéndote que la abogada tenía que hablar contigo”, o sea me llamó por engaño. Yo recuerdo que, en defensa de mi cuerpa, de mis emociones, de mi bienestar, yo rápido me levanté y sin pensarlo dos veces yo entré al cuartel. [En el cuartel] Tú mueves un pie y ya cinco de ellos se te acercaban. Habían suficientes como para que si intento irme, me caían encima. Yo sabía que, si yo iba a resistir, esas personas, ese grupote de guardias, iba a estar encima de mío. Ahí iba a ocurrir la pendejá.

En ningún momento la abogada de Daki me llamó. Pero yo entré, con mi piquete, bien perra. No pasa ni un minuto y yo siento mucha tensión, nadie me dijo nada, solo estaban ahí. Me acerco al escritorio, nadie se dirigió hacia mí. De momento llego to’ el corrillo de guardias que estaban afuera y la guardia de pelo rubio me pregunta “¿tú sabes por qué estás aquí, verdad?”. Yo le contesto, “bueno, tú fuiste la que me convocó, dime tú”. Ahí ella empieza a acusarme de agredir a los guardias con la intención de agredir, con la intención de hacer daño al compañero.

Ahí me piden los datos y yo me niego a darle los datos porque yo no he hecho nada, ya yo informé lo que tenía que informar. Ahí me pregunta que si la abogada me va a representar. Yo digo que sí.

Me preguntaron mi nombre y, mi cambio de nombre ya yo lo hice, ya lo sometí al tribunal, pero el tribunal no ha dado respuesta, so, como yo sé esto y yo sé que legalmente todavía no estoy como Carlx, en verdad yo piché y dije mi deadname. Reconocí que un cuartel de la Policía de Puerto Rico no es un lugar seguro para una mujer trans, indígena y pobre; somos las poblaciones que criminalizan y violentan. Luego la guardia me llevó por un pasillo para la salita donde tenían a Daki con la abogada. En eso, utilizó mal mi pronombre y yo le aclaré que soy jovencita o jovencite, no jovencito. Ella me volvió a decir jovencito y yo le repetí los correctos. Como sé que muchas personas no saben qué es eso, añadí que soy una mujer trans y una persona no binaria. Precisamente, cuando le dije que soy una persona no binaria, entramos a la salita y en vez de contestarme a mí, se dirige a la abogada y le dice “ah, yo le dije jovencito, yo no lo hice a propósito, no quería faltarle el respeto, yo no sabía”, estaba justificándose. Pero ya yo le había dicho mis pronombres, yo solo quería que se callase y que me dijese los pronombres que son.

Dentro de la sala, lo que puedo resaltar es que en verdad fueron bien hostiles. Tú les preguntabas algo o les hablabas, y ella te iba a contestar bien hostil, bien a la defensiva. Yo pensé, loca pero bájale. Yo sé que ella piensa que hice algo mal, pero no significa que debe tratarnos con esa hostilidad, con esa rigidez, con ese control, y esa negligencia contra mí. Ella respondía tan hostilmente y tan agresivamente que yo pensé, “¿cómo yo te digo algo reflexivo, crítico y amablemente sin que tú te vuelvas a volver a defender y ser tan hostil?”. Era una y otra vez.

Yo reconozco que lo más probable yo no me estaba sintiendo. Yo reconozco que “I was very triggered by most of the events”, incluyendo desde la violencia u hostilidad que le estaban ejerciendo a [Marohu], por el malpronombramiento, por las contestaciones verbales y corporales; reconozco que estaba bien desorientada en muchos momentos.

Parte de la cuestión que te dije, de que yo sé que si me resistía se me iban a tirar encima, y por eso me levanté y entré cuando me dijeron, fue en automático. Yo estaba en automático, yo no estaba pendiente a las emociones, yo estaba siendo totalmente racional, objetiva y transaccional en torno a las relaciones que se estaban dando en el espacio porque reconozco que este espacio parte desde esas realidades. Ya yo he tenido experiencias violentas y negligentes con la Policía como víctima y sobreviviente de violencia intrafamiliar donde yo he llamado y ha sido super revictimizante… llegan una hora después de la llamada. Como te digo, me fui en automático, mis emociones no eran lo primordial en ese espacio, lo primordial era mi seguridad. Lo digo porque en estos espacios, las emociones no son importantes, se excluyen, se niegan. Desde esa perspectiva era que yo estaba actuando, porque no les importa. Este fue mi mecanismo de defensa ante lo que estaba ocurriendo.

La guardia me dijo que yo agredí a su compañero.

Advirtió, frente al Mall, que si no nos íbamos, iban a buscar refuerzos. Si incluyo la cuestión de los carros, literalmente el carro estaba tratando de romper la línea de piquete, nos estaba llevando enredadas. Estaba soltando el freno y nos estaba llevando. El auto estaba tocando mis rodillas.

Pensar que se me iban a tirar encima era transportarme a otras instancias de violencia intrafamiliar y de violencia física que he vivido. La cantidad de oficiales fue intimidante. Había como siete guardias, estaban utilizando la intimidación para acorralarme emocionalmente. Eso es super machista, super macharrán, super agresor. Ya yo sabía que, al ver tantos guardias, el resistir iba a ser una conducta de riesgo para mí y para mi salud emocional.