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Estuve en la protesta del lunes [18 de octubre de 2021] en contra del PC1003 en el Capitolio que empezó como a las 11:00 a.m.; como a las 12:00 p.m. empezaron a dar macanazos.

Era una cantidad exagerada de policías, las primeras cinco escalinatas del Capitolio tenían filas de 10 oficiales o más, uno parado al lado del otro. Eran más de 50 policías sin mascarillas y sin distanciamiento con el público, incluyendo el teniente a cargo, de apellido Toro.

Estaba en el piquete y pasé por el lado de Eva Ayala, una líder sindical de los maestros, y pude ver que un policía la estaba acosando. Le pregunto a Eva si está bien y me dice que la Policía la quiere sacar de las escalinatas. Ella era parte de un grupo de maestros jubilados que tenían un cartel en las escalinatas, pero la Policía no les quería ceder su espacio. Ella pedía solo cuatro escalones para que estas personas mayores y retiradas se manifestaran desde ahí, ya que era el único lugar donde había sombra. Pero la Policía no solo le estaban negando el espacio a unos maestros retirados, sino que los estaban empujando.

Me voy del área a comprar agua y cuando regreso veo que siguen empujando a Eva. Ahí le digo al grupo con el que andaba que me iba a sentar allí porque si la van a sacar, tendrán que sacarme a mí también. Cuando me senté hubo un cambio de guardia y los que pusieron fueron más agresivos. En ese cambio llegó un guardia que empezó a empujar a Eva más fuerte. Eva fue la persona que recibió el peor trato de la Policía, según lo que vi.

Molesta por la situación, subí otro escalón adicional, me senté y ahí fue que el guardia puso su rodilla encima de mí. Recostó completamente sus rodillas en mi espalda y permaneció ahí alrededor de una hora. En algunas ocasiones, el guardia hacía tanta fuerza con su peso encima de mí que, si yo me hubiese levantado, él se hubiese caído escalera abajo. Lo tuve a mis espaldas en todo momento.

En algún momento, luego de mucho rato de esta situación, la Policía se inventó que no se podía estar en la escalinata. Comenzaron a empujar y a dar macanazos a diestra y siniestra. Tumbaron a otros maestros jubilados, a un compañero le dieron varios macanazos y a una compañera del Colectivo Feminista la agarraron por el pelo. Fue absurdo. Entiendo que esto era lo que la Policía estaba buscando desde un principio.

No, claro que no me trataron adecuadamente. Fue ridículo. El derecho a la protesta es un derecho básico en nuestra democracia, un derecho que los policías deben de conocer. Las personas manifestándose, en su mayoría maestros retirados, ya lo han dado todo al país, que lo que quieren es ejercer su derecho a la libre expresión. Ver cómo les trataban fue más que absurdo. Fue indignante por completo.

Emocionalmente sentí coraje e indignación. Realmente, no soy una persona fuerte físicamente, así que todo lo que yo aguanté ese día fue porque el coraje era lo que me estaba moviendo y manteniendo. Aguanté por el coraje y la indignación. Ese trato fue innecesario y simplemente fue una provocación.