Ver casos

El sábado, 27 de marzo [de 2021] un grupo de jóvenes viequenses de 20 a 31 años convocaron una manifestación en el Puerto Isabel Segunda por el servicio ineficiente de la ATM (Autoridad de Transporte Marítimo) y el abuso de FURA en contra de los manifestantes en Culebra que se vio ese mismo día. A eso de las 1:40 p.m. nos lanzamos al agua con flotadores, boogies [tabla de surfing de pecho] y kayaks y nadamos hacia la parte de atrás del Cayo Blanco [nombre de la embarcación], a unos 50 pies de la embarcación mientras atracaba [se estacionaba].

Estábamos dando vueltas [en el agua] para protegernos de FURA al momento de su llegada. Estaba pendiente y miraba hacia la orilla por si tenía que nadar hacia los pescadores. Estando recién en el agua, un oficial de la Policía estatal se montó al Cayo Blanco y me llamó por mi nombre, pero nunca he cruzado palabra con él en Vieques. Él creía que podía negociar conmigo por llamarme por mi nombre, pero lo ignoré. De hecho, este mismo guardia ignoró la petición de una viequense de hacer una querella en la lancha [ese día].

A los veinticinco minutos de lanzarnos al agua llegó una lancha de FURA con siete policías a bordo, incluyendo a un Capitán. Al llegar, la Policía nos dijo que no quieren hacernos daños, pero lo decían lentamente como si no entendiéramos o no fuésemos inteligentes. Acordamos en que no les contestaríamos.

La embarcación de FURA comenzó a perseguirme para arrestarme. Uno de los oficiales se acostó en la [baranda] de la lancha para agarrarme, pero no logró alcanzarme porque la parte de alfrente de la lancha era muy alta. Luego viraron el vehículo e intentaron agarrarme por la parte de atrás de su lancha, poniéndo [los vehículos] hélice con hélice y acorralándonos más hacia el motor prendido de Cayo Blanco. Sentí el calor del motor de Cayo Blanco por sus hélices. Los policías me gritaron que tuviese “cuidado” con las hélices. Ahí tuve miedo por mi seguridad. Les contesté que ellos son los que me harán daño al empujarme hacia las hélices. No pudieron atraparme porque, precisamente, me podían golpear con el motor de su lancha en la parte posterior.

Ahí se rinden e intentan agarrar a otra compañera, pero tampoco pudieron. Luego comenzaron a perseguir a los compañeros en kayak e hicieron lo mismo que en Culebra y se fueron a perseguir a los manifestantes en kayaks. La lancha de FURA alejó a todos los kayaks y se enfocó en perseguir y arrestar al compañero Ismanuel.

Los oficiales le dieron vueltas bien cercanas a su kayak, creando olas que le llenaron y atraparon su kayak con el agua. El tanto remar y mantener el kayak lleno de agua en balance debió de cansar a Ismanuel. Luego, la lancha de FURA le impactó, se viró el kayak e Ismanuel cayó al agua. Cuando le agarraron y arrestaron trató de decirnos algo, pero tres agentes estaban encima de él y un oficial le manoteó. El resto de los oficiales estaban pendientes a nosotros y grabándonos.

Pensé que habían impactado a Ismanuel [en su cuerpo], pero le dieron al lado [de la punta] de su kayak. Si lo hubiesen impactado más en el medio le hubiesen agredido y habría pasado una tragedia. Se puede decir que iban a diez nudos (1 milla) por hora, así que la velocidad en que iban era un peligro. La Policía puso en riesgo su vida. Se notó que lo hicieron adrede y que pensaron en la táctica de virarle el kayak con la ola.

Después del arresto de Ismanuel, FURA comienza a perseguir al resto de los manifestantes. Persiguieron a una mujer y después a un hombre. Luego me persiguieron a mí pero escapé nadando hacia los pescadores por un rato, como si me fuera a salir. Ellos voltearon y fueron a perseguir a otro manifestante.

Regresé al área y me encontré con mis compañeros al lado de la embarcación para volver a la parte de atrás de Cayo Blanco, pero no me atrevía por miedo [a una intervención]. Ahí, por tercera vez, se acercó la lancha de FURA e intentó agarrarnos, pero nos pegamos más a la lancha de Cayo Blanco. Los oficiales se veían cansados y aborrecidos, pero sus actitudes se pusieron más retantes.

[De momento] la lancha de FURA se despegó de nosotros y, ahí mismo, Cayo Blanco comenzó a salir mientras nosotras estábamos pegadas a ella. Esto es ilegal ya que las leyes del Coast Guard establecen que un vehículo no se puede mover con alguien dentro del agua a una distancia tan cercana. Nosotros estábamos a menos de diez pies.

Vimos la burla de algunos oficiales mientras se iban. Uno nos tiró un beso con la mano y dijo adiós. Se burlaban porque lograron su prometido: arrestar a uno y despejar el área para que la embarcación se fuera. Ahí todos en el agua se nos salió el coraje de verdad y empezamos a gritarles. Yo les grité “¡Están haciendo lo mismo que en Culebra!”.

Cayo Blanco se fue y en el muelle de la ATM un empleado se alegró de que nos quedáramos solas y que arrestaron al compañero.