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Esto ocurrió a eso de las 9:00 p.m. [del jueves, 25 de agosto de 2022]. Manifestantes en calle Resistencia [Fortaleza, Viejo San Juan] ejercían su derecho a la libre expresión y exigían la cancelación del contrato de LUMA [Energy]. Había muchos guardias de la Unidad de Operación Tácticas de la Policía de Puerto Rico detrás de una valla [en la intersección] frente a Fortaleza. Todos eran hombres grandotes con equipo de protección, cascos y pistolas. Un policía comenzó a anunciar que se iba a despejar el área de protesta, pero, sin dar avisos ni advertencia, los guardias comenzaron a tirar gas pimienta a los manifestantes desde el otro lado de la valla.

Bajé por la Calle Resistencia hasta la intersección donde está el Marshalls con varios compañeros. Cuando salimos del área nos quedamos allí, pero bajaron de diez a quince guardias persiguiéndonos, tirándonos gas pimienta y gases lacrimógenos y disparándonos con sus rifles.

Luego huímos a la intersección del Supermax y el Marshall en la Plaza de Armas y creamos una barricada con zafacones, carteles y metales para protegernos de los disparos de la Policía. Refugiándome en la barricada recibí impactos de bala [perdigones], pero no los sentí ni me di cuenta al momento. Sentí que algo me quemaba en las piernas, pero no hice caso al dolor ni pensé que tenía algo incrustado en mi piel. Solo seguimos huyendo de la Policía.

Corrimos por la Calle San Sebastián hacia la Perla para alejarnos, pero los guardias seguían persiguiéndonos. Me tropecé mientras corría porque las piernas me empezaron a flaquear. Casi no podía mantenerme de pie. No entendíamos por qué seguían tiroteandonos y corriéndonos si ya nos dispersamos. ¿Por qué no podíamos estar en la plaza pública? Ya no estábamos en Calle Resistencia.

Por el correr de los disparos de la Policía y por la oscuridad de la noche, no fue hasta que llegamos casi hasta el barrio La Perla que un compañero se dio cuenta de mis heridas y me dijo “¡Estás llena de sangre!”. Veo mis muslos cubiertos de sangre, me da un bajón de azúcar y me senté en la acera. No podía creer que tenía balas metidas dentro de la piel. Recibí seis balazos de perdigones en mis dos muslos. La Policía apuntó y disparó directamente a mis piernas.

Los oficiales no velaron que recibiera tratamiento médico, sino que fueron unos manifestantes preparados con gasas y guantes los que me atendieron y removieron las balas de la piel mientras llegaba la ambulancia. Me llevaron al Hospital de Centro Médico donde me tuvieron a mí y otros compañeros más que fueron disparados y agredidos esperando por varias horas. Limpiaron mis heridas, me pusieron gasas y triple antibiótico y me dieron de alta.

Los guardias fueron súper agresivos y violentos. Había muchos manifestantes, pero no íbamos a volver al área [original] de protesta, sino que nos quedarnos en el área manifestándonos. Fui amenazada, perseguida, intimidada y agredida.

Para nada. No estábamos haciendo nada, solo nos mantuvimos en el área de San Juan, en un espacio libre. Si la Policía intentaba dispersar y tratar de calmar la situación frente a Fortaleza, ¿por qué perseguirnos y hacernos correr hasta subir la Calle San Sebastián? ¿Por qué perseguirnos e intimidarnos con disparos y gases cuando ya salimos de Calle Resistencia? No lo entendí.

Me sentí mal porque no estamos haciendo nada malo, pero criminalizan la protesta. Esta manifestación es personal para todos. Estamos protestando por servicios esenciales, porque a todos se nos ha ido la luz y el agua. Estamos en todo nuestro derecho. Punto.

No verbalmente, pero sí con los actos de la Policía. La Policía te persigue carpeteándote, pero ahora también te persigue en la calle intimidando y agrediendo con disparos, gases lacrimógenos y gas pimienta, cuando se supone que esto [la plaza] sea un espacio libre.