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En la noche del 25 de agosto [de 2022] estaba en una manifestación en contra de LUMA [Energy] en Calle Fortaleza del Viejo San Juan. Estaba justo frente a las vallas [del perímetro establecido por la Policía]. Había una tensión y una sensación que te dejaba saber que lo que venía era correr [de los oficiales]. A eso de las 9:00 p.m. la Policía hace lo que siempre hace: comenzó a dar órdenes para desalojar el área de forma amenazante. O sea, nos teníamos que ir o ellos empezarían a repartir palos. La Policía rompió su formación e intervino con los manifestantes tirando gases lacrimógenos sin dar otra opción ni una apertura al diálogo.

Salimos corriendo hacia el área de la capilla y llegando allí escuché un disparo y sentí unos impactos en mi espalda, pero seguí corriendo por el caos del momento. Cuando corrimos unas cuadras más, paramos y le dije a la persona que me acompañaba que algo me había dado en la espalda. Cuando me toma una foto veo que la piel se había levantado, como si fuese unas picadas de mosquito. Esto como resultado del disparo de las balas de perdigones. Luego de eso hubo otros momentos de caos, pero fueron con gases lacrimógenos.

No. Yo pensaría que no hay ninguna necesidad de disparar. Independientemente de lo que esté diciendo, no considero que sea necesario el uso de la fuerza. Estaba allí ejerciendo un derecho constitucional.

En el momento estuve tranquilo, pero [más] en la noche sentí coraje. La gente fue allí para manifestarse, no a pelear con la Policía ni con nadie. Te sacan y te agrede, y uno llega a su casa con esa frustración.

No hubo apertura al dialogo. Dijeron que “se tienen que ir, o vamos a salir a repartir palos”.