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El domingo, 29 de enero [de 2023] intentamos hacer una manifestación pacífica y celebramos un día familiar en terrenos que se declararon de Puerto Rico [bienes de dominio público sobre la Cueva Las Golondrinas en Aguadilla]. Todos los manifestantes, incluyendo niños y familias, estábamos afuera de la verja que estaba protegida con diez a doce oficiales de una guardia privada [SJA Security Police].

Había de diez a doce oficiales privados en diferentes puntos de la construcción, todos sin identificar. Había tres que no estaban cubiertos, pero la mayoría tenían sus caras cubiertas y era imposible identificarlos.

Estaba haciéndole comentarios educativos a los guardias privados, informándoles que hay un cese y desista en esta construcción y que esos terrenos eran públicos. Voy a estas manifestaciones a observar y dar mi apoyo en mi carácter personal, pero no voy en una forma violenta ni digo nada que sea insultante. Los guardias no dijeron nada.

De momento, los manifestantes estaban moviendo el portón para entrar a la propiedad. Yo estaba junto a la verja, pero lejos del portón, cuando un guardia privado vino directamente a donde mí, me apuntó y me roció con un canister pequeño de gas pimienta en la cara. No dijo nada. Soy una mujer de 68 años y las personas que estaban al lado mío empezaron a gritarle y a reclamarle: “¡Ella es una persona mayor!”. Le dije que yo puedo ser su abuelita.

Esto fue un ataque que, para mí, no lo hizo impulsivamente [fue dirigido a ella]. En donde estaba yo era la única mujer y el resto eran hombres. Yo era la más vulnerable y el guardia se fijó en mí. Me imagino que su excusa de echar gas pimienta pudiese ser porque estaba abriendo el portón, pero yo estaba en la verja.

Me puse bien nerviosa. Me ardían los ojos y la cara. Tenía lentes de contacto puestos y no me los podía quitar. No podía ver, pero cuando comenzamos a bajar del área giré y vi cuando otro guardia de seguridad cogió un canister más grande de color plata y roció el aire encima de un grupo.

Bajé del área aguantandome de mi amiga porque no veía bien y una muchacha me ayudó y me echó vinagre en la cara. Cuando terminó de limpiarme la cara escuché los disparos. Estaba quizás de quince a veinte pies más abajo de donde dispararon. Me quedé bien nerviosa.

Comenzamos a documentar la escena tomando fotos y videos de los casquillos y disparos en los muros de cementos, esto en diferentes partes de los predios. También se documentó en video cuando un guardia privado trató de borrar evidencias, partiendo y barriendo los casquillos que estaban en el piso.
La Policía de Puerto Rico llegó veinticinco 25 minutos después. Entiendo que la Policía se tardó demasiado en llegar. Ellos debieron escuchar los disparos porque tenían casetas al lado de la construcción.

Los manifestantes no tenían nada. Ni palo ni cuchillos para cortar la carne [que trajimos para el barbecue]. Ni siquiera éramos muchos porque no todos los manifestantes pudieron hacer el viaje a la playa. Aún así la Policía trajo más de cincuenta oficiales de la fuerza de choque solamente para nosotros. Eso era un batallón, como si nosotros fuésemos a causarles daño o como si estuvieran tratando con guerrilleros. Nos pusimos nerviosos.

La Policía nos dijo que nos teníamos que ir, pero no intervinieron con la guardia privada ni le quitaron el arma. No lo entendíamos. Le hicimos el reclamo en conjunto y le dijimos que esto le pertenece al pueblo de Puerto Rico, pero dijeron que no y dieron cuatro avisos para despejar el área. En el último aviso comenzó la fuerza de choque a sacarnos, a empujarnos hasta que llegamos al final a la verja. Un oficial empujó bien fuerte a un manifestante por la espalda. Si me hacen eso a mí, me tumban.

Después que la fuerza de choque nos sacó del área comenzamos todos a sentir una picazón. Se lo comenté a otros compañeros y ellos confirmaron. Parece que desde otro lado estaban tirando gas pimienta para que nos fuéramos.

Soy asmática y hasta ayer [dos días después de la manifestación] tenía el asma alborotada.

No. No sé por qué el guardia de seguridad vino directamente hacia mí. Estaba allí observando. Además, aunque estuviese moviendo el portón, no debió de echar gas pimienta.

Me sentí intimidada. Fue una experiencia fuerte para mi. Lo cuento y me pongo nerviosa.