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Vivía en Caguas, pero me mudé a la casa de mi mamá en Cabo Rojo luego de terminar un matrimonio de once años. Mi expareja tiene un récord criminal y serios problemas de salud mental y drogadicción. En la noche del 18 de diciembre de 2021 le dije que me quería divorciar luego de que ella me agredió físicamente. Ahí me amenazó que me iba a meter presa si la dejaba y llamó a la Policía a llantos acusandome de haberle agredido.

Cuando salí de la casa esa misma noche un oficial de la Policía estatal llegó a la casa. Él solo tomó su versión de los hechos. Me fui de allí y por los próximos días traté de denunciar a mi expareja por su agresión, pero la Policía Municipal de Caguas se negó a hacerme la querella porque ya yo fui denunciada por ella primero. No me escucharon ni investigaron.

El 24 de diciembre [de 2021] volví a la casa a buscar mis pertenencias y mis animales. Saqué los perros primero, pero no tuve oportunidad de recoger a todos mis animales. Encontré mi ropa en el balcón metida en un bulto lleno de excremento y orín de animales. Cuando traté de abrir la puerta de mi cuarto estudio una alarma sonó y escuché a mi expareja decir: “se jodió. Cayó en la trampa”. Me fui de allí, me mudé con mi mamá a Boquerón y nunca más regresé.

Días después la oficial Bonilla de la Policía estatal de Caguas me llamó y me dijo que iba a ser arrestada y ordenó que me entregara. Más adelante pregunté por esta oficial en la comandancia de Caguas, pero desapareció de la comandancia. Nadie la conocía.

Le dije a Bonilla que estaba en Boquerón y que me iba a presentar al cuartel lo antes posible, pero no me dieron oportunidad porque mi expareja le dijo que me iba a fugar y acosarla. El 30 de diciembre de 2021, a eso de las 8:00 a.m., la Policía estatal de Caguas rodeó la casa de mi mamá con más de ocho oficiales vestidos de civil. Mi mamá abrió la puerta y cuatro oficiales entraron a la casa y luego a mi cuarto. Me dijeron que me vistiera, que yo sabía que estaba arrestada.

Me arrestaron y me llevaron directamente al Tribunal de Mayagüez para una vista de regla seis. Allí la jueza Ingrid Caro Cotto atendió mi caso en sustitución al juez encargado del caso y de inmediato me impusieron una fianza de $175,000 en efectivo y sin derecho al pago del diez por ciento. La jueza alegó que ya la fianza del caso estaba decidida por órdenes del juez encargado. No hubo ningún proceso. No tuve abogado en ningún momento.

Me enviaron para la cárcel y nos citaron para el 3 de enero [de 2022] para la vista preliminar. El tribunal citó para el día 10 de enero para que se celebrará la vista, pero ahí empezaron a suspenderlas, por relajar, durante el mes de enero. Durante todo este tiempo estuve presa.

Intenté coordinar con la Policía Municipal de Caguas para que permitieran a mi familia sacar mis pertenencias y mis animales de la casa de mi expareja, pero nunca me ayudaron ni autorizaron a buscarlas. Hasta el sol de hoy mis animales siguen en su casa. La última vez que intenté ir a la Policía para que me ayudaran a recuperar mis pertenencias, un agente me dijo: “no empieces a joder con eso. No interfieras que ya ella te botó todo eso [las pertenencias]”.

El 30 de enero se celebró la vista por videoconferencia y mi ex pareja fue acompañada por la agente Nimaliz Y. Ramos Colón de la Policía Municipal de Caguas. Esta oficial es sobrina de una persona que conoce a mi expareja. Ramos Colón se ha encañonado en mi contra por mucho tiempo y ha estado encargada del 90% de todos mis casos. Cuando la vi sabía que iba a salir culpable.

En el Tribunal mi ex alegó que [el 18 de diciembre] la agarré por el cuello y que la iba a matar, cosa que es mentira. Ella me agredió a mí. También alegó que [el 24 de diciembre] le tumbé la puerta de atrás de la casa y que me robé parte de sus animales. Eso es mentira. Nunca toqué la puerta de atrás, ya que estaba en Cabo Rojo, y todos los animales son míos. Mi expareja mintió y el Tribunal le creyó sin una investigación de la Policía.

Luego, la agente Ramos Colón declaró que confirmó los hechos que alegó mi expareja por “conocimiento propio”. Nunca se me ha entregado una declaración escrita de Ramos Colón ni lo que escribió en las denuncias. Nunca se investigó ni me entrevistaron.

Incluso, la oficial alegó que mi expareja estuvo postrada en una cama porque yo le estaba envenenando sus medicamentos. [Sin embargo,] mi expareja también me había denunciado por robar y vender sus medicamentos. Ellas mismas se contradecían.

Para esta vista ya tenía a mi abogada de Asistencia Legal Puerto Rico, la licenciada Silvia Sepulveda, pero ella en vez de ayudarme me hundió. Le supliqué a la Policía y a mi abogada que verificaran las cámaras de seguridad de la casa para comprobar que no estaba allí, pero mi abogada no insistió y me decía que mi caso era “bien cuesta arriba”.

Luego de decir esto, mi expareja cambió la versión de su historia una y otra vez. Primero dijo que no habían cámaras de seguridad en la casa, pero luego prosiguió a decir que yo me robé las cámaras de seguridad que [según ella] no existían. Los policías que buscaron en su casa vieron que sí había cámaras de seguridad.

Ahí denuncié que mi expareja tiene récord criminal y un historial de problemas de salud mental. También mencioné cómo el Departamento de la Familia le ha removido por agresión y maltrato a menores. Supliqué que se le investigara y se le hiciera una evaluación mental.

Ahí ella dijo que eso no era cierto y quien [carecía] de salud mental era yo. En vez de defenderme, mi abogada solicitó una Regla 240 para que me hicieran una evaluación psicológica y me encerraron por 90 días para esto.

Volvimos al Tribunal en marzo para la continuación de la vista y allí se me radicaron todos los cargos y otros adicionales por alegadamente robarme las cámaras de seguridad de la casa. Me tuvieron cinco meses y medio en la cárcel sin tener comunicación con nadie en el exterior, intentando ser escuchadas y pidiendo que buscarán evidencia.

Mi abogada me dijo que si me declaraba culpable me podría ayudar, dándome solo un año de probatoria y tentativa. Me dijo que cuando cumpliera el año tendría el récord limpio. Cuando vi que eran casi nueve meses y seguían alargándome el tiempo, decidí declararme culpable.

Voy al tribunal y me encuentro con que mi abogada no estaría presente y que su esposo me estaría representando. Cuando me iba a declarar culpable en el Tribunal me enteré que el acuerdo había cambiado y que terminaría con una probatoria de trece meses y un día de probatoria con grillete. También me enteré que yo no bonificaría los días cumplidos. Cuando le pregunté sobre esto al abogado, me dijo que no tenía tiempo para esto. Él tuvo una actitud bien grosera conmigo. En la desesperación, acepté el acuerdo con grillete.

Nunca me han dado el derecho a defenderme ni nadie intentó defenderme, incluyendo mi abogada de Servicios Legales. Nunca hubo investigación. No fueron a entrevistar vecinos ni escucharon mi versión de los hechos. Todo el momento tuve una mordaza. Básicamente me dijeron: “Tú no hablas, vas a ser culpable porque así nos da la gana”.

Este es su modus operandi. La Policía municipal y la Policía estatal de Caguas se pasan las querellas de una a otra y se dejan llevar por lo que dice la primera persona [en denunciar]. Esto es una cadena y fallan en la raíz. Si la Policía no hace su trabajo, no investiga ni busca la manera de ser imparcial, quien sale ganando es solamente el que denuncia primero. De esta manera funciona. Llegaste primero, así que no importa la otra parte. La otra persona es automáticamente culpable.

La Policía se deja llevar por la primera versión y eso es lo que llevan al Tribunal. Te destruyeron la vida por el despecho y capricho de alguien. He perdido todo, hasta mi trabajo. La Policía de Caguas me costó todo en mi vida.

Para nada. Ya no iba a tener salida. Sabía que me iban a encontrar culpable. Es difícil. Para los policías que te están destruyendo la vida lo encuentran como un chiste. Una broma pesada. Te destruyen la vida con su irresponsabilidad.

Destruida. Estoy padeciendo de ansiedad, insomnia y ataques de pánico. Es horrible. Esto me costó perderlo todo.