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Llevábamos horas frente al Departamento del Trabajo, casi 4 horas. Había gente con citas que no estaban atendiendo, no atendían a nadie. Había gente molesta y después de 4 horas se formó una manifestación. Yo estaba pegada en las puertas, mirando hacia adentro, cuando veo que desde adentro un guardia presiona un botón. No me alerté, pero una señora gritó que tengamos cuidado y miro arriba y el portón iba bajando, por poco nos cae en la cabeza, lo aguanté, yo no podía ni estirar mis brazos de tan cerca que estaba y tan pesado que era.

Un guardia que estaba afuera se me pegó por la derecha y me dice “¿suelta el portón, qué hace?”. Ellos nos cerraron un portón pesado en la cabeza y un policía me dice que lo suelte.

El aire se puso tenso, claro. Momentos después sale un señor de adentro que fue quien llamó a la Policía; quería radicar cargos por daño a la propiedad. Fue un señor que quería detener la manifestación que estaba empezando. Los oficiales estaban diciendo cosas que te van a asustar, como amenazar con casos federales, supongo que es normal que hagan eso, ellos saben que eso da miedo. Eran casi 4 horas, ¿cómo es posible que paguemos por algo que no hicimos?

El mismo policía que me dijo que suelte el portón le dijo a los otros que me arresten. Me agarraron con fuerza, duro por los brazos y me esposaron. Me dio tiempo de guardar mis pertenencias. Pero a Aixa la lastimaron.

Los agentes que me llevaron los llamaron de otro precinto, por COVID no nos ponen a todos en el mismo precinto. Pero ellos no sabían nada de lo que había pasado, eran de Hato Rey. Cuando llegamos al precinto ellos estaban confundidos, fue yo quien les contó lo que había pasado, entre lágrimas y encojonamiento.

En algún momento llegó el agente del cas. Fue el mismo oficial que me dijo que suelte el portón el que vino a hacer preguntas protocolo. Me dijo que tal vez no lo recuerdo, y yo le dije que sí, fue el que me dijo que suelte un portón que me iba a caer en la cabeza.

Pero no nos trataron mal. No hubo faltas de respeto en la celda. En la celda estaba hablando con Aixa. Nos ofrecieron comida y aunque al principio no nos dejaban tener abrigo, luego permitieron que una mujer que no se identificó nos trajera uno. A Aixa la examinaron y a mi también porque la habían lastimado. Como a eso las nueve de la noche nos dejaron ir.

Fue un impacto emocional, definitivamente, es desesperante. Vinieron nuestros abogados y nos dijeron los cargos… el miedo de no conseguir juez…o tener que pernoctar la noche en el precinto. Estamos en COVID, es un proceso más complicado.

Yo estaba en lágrimas por mis dos hijas. Soy mujer fajona, con dos hijas y me vienen a arrestar, a querer radicarme cargos por aguantar un portón… Es lamentable que estemos viviendo esto en el pais. Estas situaciones abren muchos ojos sobre lo que está pasando.

Esto se pudo haber resuelto sin policías.