Ver casos

El domingo [28 de febrero de 2021] me encontraba cenando en el restaurante donde soy dueña y administradora cuando a eso de las 5:00 p.m. veo que llegan 8 o 9 patrullas con alrededor de 20 agentes [de la Policía Estatal] con AK-45 y otras armas largas dirigiéndose a mi negocio.

Cuando veo la cantidad de agentes y las armas que cargaban pensé que había algún narcotraficante o un prófugo en el área, ya que esto parecía un operativo para un caso de drogas. Pero cuando uno de los meseros me dice que uno de los agentes preguntó por la dueña no lo pude creer. Nunca me pasó por la mente que una intervención como esta era para mí. Me sentí sumamente intimidada.

Mi hija, que trabaja como host y encargada del protocolo de seguridad de COVID-19, es responsable de ver la disponibilidad de las mesas, tomar temperatura y desinfectar las manos de los visitantes. Cuando la Policía llegó a la entrada ignoraron las instrucciones de mi hija y entraron al restaurante sin pasar por el protocolo de seguridad COVID-19 y sin considerar el límite de capacidad de personas del local.

Mi hija se sintió frustrada porque esta no es la primera vez que la Policía expuso a la gente del restaurante en riesgo durante una intervención, sino la tercera. En la intervención anterior la Policía entró [al restaurante] de igual manera sin tomarse la temperatura y sin desinfectarse las manos. En la tarde [de esa segunda intervención] mi hija se enteró que el cuartel [de la Policía Estatal en] Orocovis fue cerrado por numerosos contagios de COVID-19.

La Policía tiene que seguir las reglas porque no son inmunes a ellas ni al COVID-19. Al contrario, ellos son un gran riesgo para la salud de todas las personas de mi negocio, en especial si no siguen los protocolos de seguridad.

Esta tercera intervención duró alrededor de una hora y tuve a tres agencias en mi negocio: el Departamento de Hacienda, el Departamento de Salud y la Policía de Puerto Rico. Esta intervención duró alrededor de una hora

La Policía paralizó mi restaurante y ordenó que no se sirvieran más órdenes ni que se atendiera a los clientes. Algunos clientes ya estaban comiendo, así que ni un vaso de agua se les pudo traer. Muchos de estos clientes vinieron desde lejos a comer en mi restaurante para que no pudieran ser atendidos con el servicio por el cual pagaron. ¿Que estés comiendo tu plato y si necesites agua no la puedas recibir? Fue abusivo e injusto.

Mi restaurante definitivamente cumple con los protocolos de seguridad para el COVID-19. No tan solo por la seguridad de los clientes, sino también por la de mi hija, sobrina, y familiares que trabajan conmigo. Así que te podrás imaginar cómo nos tomamos estos protocolos.

El 30% de capacidad de mi negocio era de 50 personas con todas las mesas y sillas en el debido distanciamiento físico. En el establecimiento había 48 clientes ya ordenando, esperando su comida y consumiendo cuando llegó la Policía. Cuando un agente de la Policía contó había 46 personas sentadas, por lo que era evidente que no había violación a los protocolos de la orden ejecutiva.

Pero esto no paró ahí, ya que las otras agencias aprovecharon la intervención para monitorear todo aspecto de mi negocio. El agente del Departamento de Hacienda me pidió el permiso del 7% y que le tirara un reporte de la máquina sobre mis ventas, como para ver si yo estaba cobrando IVU. Sin embargo, yo tengo el sistema Clover que le envía a Hacienda todos mis reportes mensualmente, así que no tengo forma de escaparme de las transacciones. Me pareció extraño que el agente me pidiera información que ya tienen en su sistema.

Dentro del restaurante tengo una tienda donde vendo inciensos, gorras, camisetas y otros suvenires, de la cual tengo permiso de uso y la mercancía está registrada en el sistema. Por ende, pago impuesto por todo lo que vendo. Allí una agente de la Policía de Bayamón le ordenó a mi hija que haga una transacción para comprobar que pago impuestos. Entonces ella le hizo un ticket vendiéndole un vaso y comprobando que todo estaba en orden.

Cuando le cuestioné a la agente el por qué tenían que hacer todo este, ella me dijo “Tú no estás aquí para argumentar. Lo que quieras argumentar es para el tribunal”.

Definitivamente ellos fueron allí con una agenda porque, ¿sabes que ellos me confiscaron? La Policía me confiscó dos galones de ingredientes porque no tenían label. Uno era agua de coco que solo le quedaba un cuarto en el envase y otro un galón completo de pulpa de parcha que nosotros mismos cosechamos y preparamos. Es una cosa increíble.

Otro agente me pide los permisos del negocio y les apunto a la pared de la barra donde están los certificados. Este me cuestiona el por qué no están expuesto visiblemente en el establecimiento y le contesto que, debido a que las barras no están permitidas, no están visiblemente disponible pero que si querían podían pasar a verlos.

El agente fue directamente a ver los permisos y encontró que dos de mis tres permisos decían “restaurante” mientras que un tercero decía “cafetín”. Cuando el agente me cuestiona por qué tengo un permiso que dice cafetín le respondí preguntándole “¿Por qué no vino el inspector que necesito y que he solicitado para otorgarme el permiso de restaurante? Estoy esperando desde octubre y el inspector nunca llegó”.

Por esta razón la Policía me cerró el negocio y me dio tres multas de $500 cada una.

Básicamente, me senté a llorar y sentí que nada que yo hiciera cambiaría las cosas. Ellos estaban monitoreando todo y me di cuenta de que no importaba que yo presentara ni qué dijera, las agencias venían con la misión de cerrar [la Bodega de la Bruja]. La Policía vino con la misión de cerrar mi restaurante, independientemente de lo que fuera a encontrar. Porque a mí no me cerró salud ni hacienda. Fue la Policía de Puerto Rico quien cerró mi restaurante.

Yo esperaba que me preguntaran cómo me pueden ayudar a mantener el negocio abierto. Que me indicaran las fallas que tiene y qué tengo que hacer para corregirlo. Porque tú me dices que tengo que hacer y lo hago, porque yo pago impuesto mensualmente y siempre quiero estar en ley.

¿Pero venir a cerrar un proyecto de 26 empleos? Tuve que pedir donaciones por ATH Móvil para pagarle a mis empleados. Tengo que decirte que es bien frustrante porque sientes esta impotencia cuando te vienen a atropellar y no puedes hacer nada al respecto. ¿Sabes todos los negocios que hay en Orocovis? Nosotros solo somos cuatro cantos de palos en el medio de la nada. Lo único que hago es trabajar y la Policía se apareció para abusar de mi negocio.

No. Se siente frustrante que las autoridades, como Hacienda, Salud y la misma Policía te trate como un criminal cuando trabajo todos los días de mi vida. En especial el trato de la Policía, el cual para nada fue adecuado. Si vienen a verificar y a cotejar los aspectos legales de mi comercio, no me tienes que intimidar para hacer tu trabajo.

Frustrada y con miedo. Ir a trabajar con miedo es la peor sensación del mundo u=y si voy a sentir miedo me rehúso a ir a trabajar. Por esto me puse a decidir entre mi salud y la bodega y decidí cerrar el negocio. Siento que es un ataque personal y que hicieron esto para verme cerrada. Si me quieren ver cerrada, vamos a cerrar. Es una frustración. Ha sido bien duro. Bien duro.

Sí, que no estabamos siguiendo la orden ejecutiva de que los cafetines no podían abrir.