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El 6 de septiembre [de 2021] estaba en una protesta frente a las oficinas de la Junta de Control Fiscal [en el edificio World Plaza en Hato Rey]. La Policía se encontraba allí, entre comillas, “haciendo su labor” con dos filas de oficiales frente al edificio. A eso de las 11:30 a.m., con molestia e impulso, lancé una piedra hacia el edificio. Ahí vienen seis policías corriendo detrás de mí para arrestarme. Salí corriendo mientras oficiales a pies y en motoras comenzaron a seguirme.
Pasé unas cuadras y llegué al edificio de Liberty. Ahí un guardia de seguridad con camisa roja salió de una puerta, me agarró y me tiró al suelo. Me aguantó, pero no hice esfuerzo para escaparme.
El primer policía que llegó puso su pierna en mi rodilla, de manera dura. Le digo que soy esquizofrénico, que sufro de una condición, pero él me grita: “¡¿Ahora eres esquizofrénico?! ¡¿Ahora tiene problemas?!”. Me quedé callado.

Este oficial puso su rodilla en mi estómago e hizo gesto [amague] para agredirme, pero justo antes de hacerlo, el guardia de Liberty le dijo en voz alta: “No le den, que hay cámaras. No le hagas nada, que hay cámaras”. Ahí se calmó, pero después de eso cada policía que llegaba venía con la intención de darme y el de Liberty repetía varias veces: “¡No le den, que hay cámaras! ¡No le den, que hay cámaras!”.

Ahí llegan dos policías más y uno de ellos, que aparentemente le había dado con la piedra, me enseña la mano y me dice: “¡Mira lo que me hiciste! ¡Tú no sabes con quién te metiste! ¡Te metiste con la peor persona posible! ¡Te metiste con una persona con quien no te debiste meter!”. Todo esto en tono de amenaza.

Otro policía hizo como si me fuese a dar una patada. Me puso la bota en la cara y levantó su puño para darme, pero en ese momento el muchacho de Liberty les dijo nuevamente que no me dieran porque había cámaras de seguridad.

Otro oficial me levanta y me pone las esposas muy apretadas, al nivel que pienso que no deberían estar así de apretadas. Me mueven hacia el lugar de los hechos [al edificio World Plaza] y ahí un policía me hace una seña al ventilarse el cuello, como quién dice: “a este nos lo llevamos”. Después, el policía a quien alegadamente le di con la piedra me dijo: “Tú me las vas a pagar… Tú me las vas a pagar”.

Cuando llegué al cuartel me pusieron la cabeza frente a una pared para hacerme el registro. Mientras esto pasaba vino otro oficial y me dijo: “¿Ahora no eres guapito? ¿Ahora no dices nada?”, mientras caminaba de lado a lado, como para provocarme.

Ahí me metieron en una celda y no salí hasta las 6:00 p.m. Por orden del sargento del cuartel no permitieron que me viera con mi abogado. No le dejaron pasar ni dejaron que me comunicara con él. Mi abogado intentó enviarme una de sus tarjetas con los oficiales, pero no me la dieron porque, supuestamente, me podía cortar con ella. Tampoco me dejaron llamar a mi familia. Me aislaron por completo.

En ese proceso yo diría que sí, pero fue porque me calmé, no porque ellos cooperaron.

Tenía miedo.

Me dijo: tú no sabes con quien te metiste, tú me las va a pagar.