Ver casos

El domingo, 3 de julio [de 2022] entre las 4:30 a.m. y 5:30 a.m. la Policía llegó al Campamento Carey [en playa Los Almendros en Rincón]. Eran policías municipales, estatales y operaciones tácticas. Vi oficiales del DRNA (Departamento de Recursos Naturales y Ambientales) vestidos con su uniforme verde en el corrillo de los oficiales de operaciones tácticas. No sé si intervinieron conmigo porque esto ocurrió en la oscuridad, pero DRNA estaba en esa molleja de agentes especiales. Los videos [públicos] lo muestran.

Los manifestantes entramos en diálogo con la Policía, pero esta indicó que estaba allí para proteger los derechos del pueblo, la propiedad privada [Condominio Sol y Playa] y para asegurar que la manifestación se de pacíficamente. Mientras uno de los policías nos decía esto, salieron de 15 a 20 oficiales de operaciones tácticas a ocuparse de la playa. Escuchamos a los guardias hablar de cómo se querían ocupar de la playa. ¿Para qué se van a ocupar de algo que es dominio público? Ahí fue que dijimos “no” y nos sentamos en la arena [para impedir que se tomara el espacio].

Sabíamos que estamos en dominio público y que el Tribunal de Aguadilla le ha dicho al Condominio Sol y Playa que ellos tienen que demoler la verja y restaurar la fauna. Lo ha declarado cuatro veces, pero por el privilegio que hay con el nombre Pierluisi y utilizando el poder que tiene su familiar [el gobernador], decían que no harían nada. Todo porque quieren tener esta piscina. Ellos no están haciendo su trabajo, pero nosotros sí. Defendemos lo que es dominio público.

Dicen que son de ley y orden, pero no están haciendo las cosas en ley y orden. Todo esto ha sido ilegal desde un principio. Se supone que la Policía está para proteger el Pueblo, pero luego vemos cómo protege la propiedad privada. Ellos llegaron, se ocuparon de algo que es dominio público e intimidaron a los manifestantes, algo que no está en ley y orden.

Luego que nos sentamos, la Policía tomó dos pasos más hacia al frente y empezaron a meternos sus botas en nuestras espaldas. Ellos querían que nos moviéramos para establecer un perímetro, pero ese perímetro era ilegal. Ahí empezaron las agresiones.

Hubo un guardia que sacó una macana y se la puso en el cuello y en la cara a una de las compañeras mientras que me agarraron las manos porque me querían esposar. Yo las tenía arriba, en el video se ve claro. Las tenía en el aire porque sabía que estaba en todo mi derecho de estar ahí pero me querían sacar. Me siguieron empujando mientras intentaba guardar mi celular con una mano, mientras con la otra aguantaba mis llaves, aún en el aire.

Siento que me halaban y caigo al piso. La Policía estaba tratando de halarme hacia detrás de ellos [detrás del perímetro establecido por la Policía], como para plantar evidencia al pasarme del área de dominio público y cruzarme a este perímetro ilegal que intenta establecer. No me iba a dejar, y mi pueblo me estaba ayudando porque sabíamos que estaban [los policías] haciendo lo mismo del año pasado: fabricando casos.

Ellos me seguían halando. En un punto un oficial trató de ponerme esposas, pero por fin me sueltan y cuando veo tengo las esposas en una mano puesta. Ellos querían que estuviera por donde ellos querían establecer el perímetro para justificar el arresto.

Sigo caminando [por el área], no sé cuánto tiempo pasó. Estoy tranquila cuando veo dos guardias que vienen hacia encima de mí. Una vez más tiré mis manos al aire “and they tackle me” [empujón con el cuerpo para tirar a una persona al suelo] en la arena como si fuera un jugador de football americano. Aproximadamente cinco oficiales me cogieron por las manos y los pies, me levantaron como si fuese un cerdo y me arrastraron donde encima de las varillas [de la verja ilegal] y me tiraron al piso. Los siento encima de mí. Estoy viendo a mi pueblo y miro a un agente que está grabando todo.

De ahí me cogen y levantan dos policías varones que miden mínimo seis pies. Lo que yo mido son 5’3 y no peso más de 127 libras. Me esposaron doble porque no me pudieron quitar las esposas que ya me intentaron poner, así que me encajaron otro par.

Estos me arrastraron por el centro del condominio hasta la patrulla que estaba afuera, donde no había ni un manifestante. Lo que había era un mínimo de diez agentes que estaban allí vacilando, hablando, observando y tomando fotos de los manifestantes. Estaba esposada, sin poder moverme, descalza, básicamente desnuda porque solo tenía un traje puesto. No podía creer que la Policía de Puerto Rico se estaba prestando para una payasada como esta.

El agente Cordero era uno de los que estaban alrededor agarrándome. Me acuerdo de su nombre porque era el más vocal. Cordero me mandaba a callar y me decía “te hubieses quedado en casa… ¿Para qué viniste?… ¡Nosotros somos los que mandamos!… ¡Cállate! ¡Cada vez que abras la boca va a ser peor!”

Cuando les dije “¿por qué me están apretando? ¡Me duele el hombro!” los policías me apretaban más los hombros y Cordero me amenazaba con “amarrarme las patas”. Ellos me siguieron apretando hasta que llegamos al estacionamiento y me empujaron en contra de una patrulla. Cordero seguía mandándome a callar y amenazándome con “amarrarme las patas”. Luego mandó a un oficial a que me ponga unas esposas en los tobillos, pero no logró hacerlo. No sé por qué, ya que todo pasó tan rápido y me estaban grabando.

No era necesario [esposarme los [ies], ya me tenían agarrada ¿para qué me vas a “amarrar las patas” si me tenías esposada? Me estás arrastrando, pero ¿qué tipo de peligro hay? Cordero me repetía: “Podría ser peor. Cállate la boca, que podría ser peor”.

Me llevaron al portón del Condominio para salir al cuartel, pero los dos varones los cambiaron por una hembra. Ahora entiendo que hicieron este cambio porque se vería bien feo unos varones grandes sacando a una mujer a la fuerza. Llega la agente y también se pone con guapería y palabrerías. Yo me quedé tranquila, porque la que tenía guille y el uniforme era ella.

Me suben a la patrulla y cuando llegué al cuartel [de la Policía estatal] en Rincón fue diferente porque ya no estaba en las manos de las unidades especiales. Me mantienen esposada, me meten a un cuarto y me trajeron una botella de agua. Me dejaron ahí un rato mientras se escuchaban las llamadas y las conversaciones entre ellos de cómo lo que habían hecho era algo ilegal, que se suponía que no podían hacer lo que estaban haciendo. En ningún punto me ficharon, ni me leyeron mis derechos.

Dos oficiales iniciaron una investigación porque querían adjudicarme cargos por agresión agravada y obstrucción a la justicia. Me pasan unos papeles y me dicen que “estos son tus derechos” y que los leyera y firmara. Les dije: “Bueno, como ustedes me secuestraron y estoy descalza, sin identificación y sin nada, y no puedo ver, necesito que ustedes me lean eso”. Me leyeron los documentos y los firmé para que ellos hiciesen su investigación. Pero la investigación era ver el video. Lo sé porque escuché la voz de Eliezer Molina en los videos.

Me dejaron en un cuarto hasta que entraron, me quitaron las esposas, y me dijeron que me llevarían a un CDT porque me estaba quejando que me dolían los hombros. No lo sentía en el momento, pero luego el dolor estaba fuerte. Allí me sacaron placas y me dieron inyecciones para el dolor. Como me esposaron doble tengo unos rasguños en las muñecas y estoy hinchada y adolorida en los brazos por los halones que me dieron. Mis dos hombros están adoloridos al moverlos por los agarres que me hicieron. Tengo unos moretones y tengo rasguños en la cadera y en el tobillo por como me arrastraron e intentaron esposarme.

Esto no fue un arresto, esto fue un secuestro. Me apuntaron [arbitrariamente] y me intimidaron, pero lo hicieron mal.

Aquí habrá un caso. Demandaré a la Policía de Puerto Rico. Esto será una demanda colectiva junto a cada manifestante que ha sido afectado y que fue abusado en esta manifestación este año o el pasado. También demandaré a la Policía por el secuestro que me hicieron. Esto fue una agresión sexual en la manera en que me estaban tratando y tocando, pero no hubo proceso. A mí me secuestraron, me subieron a la patrulla, me detuvieron en un cuartel por horas y nunca me ficharon y nunca me dijeron por qué me arrestaron.

Se apropiaron de mi celular, de mi propiedad privada. Les radicaré cargos en lo civil y en lo personal. Simplemente me secuestraron a lo que ellos hacían llamadas y trataban de encontrar algo ilegal [para incriminarme]. Eso fue muy evidente cuando al par de horas se echaron para atrás y se fueron de la playa.

El día 11 de julio [de 2022] tengo una citación al Tribunal para supuestos cargos por agresión agravada y obstrucción a la justicia, pero en la citación solamente dice “agresión agravada”.

No. Fue un abuso y un secuestro. Los oficiales de la unidad de Operaciones Tácticas no tuvieron ningún tipo de respeto. Me intimidaron e intentaron quitarme mi dignidad.

Me siento tranquila, pero a la vez molesta de cómo el sistema abusa tan obviamente del pueblo y cómo mienten en la cara del pueblo. Molesta porque una vez más se pintan de ley y orden, pero ellos no la siguen. Hay una hipocresía con nuestro gobierno y nuestra gente está domada, con el cerebro lavado. La Policía de Puerto Rico y el gobierno se sienten empoderados de hacer lo mismo y lo mismo, pero esto para [acaba] aquí.

El agente Cordero me dijo me amenazó con amarrarme las patas y me dijo “podría ser peor. Cállate la boca, que podría ser peor”.