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El 23 de febrero de 2016 me desperté a eso de las 4:00 a.m. por ruidos y conversaciones altas frente a mi casa en Loíza. Tocaron mi puerta y cuando la abrí había alrededor de 20 oficiales federales y estatales rodeando el perímetro de mi hogar. Me esposaron y les pregunté el por qué del arresto, pero no me dijeron. Mis nietos estaban presentes y como yo no quería que vieran a su abuelita como un criminal o una delincuente pedí que me quitaran las esposas para que mis nietos no me vieran así. La oficial que me esposó cedió y me las quitó.

La Policía me quería llevar al Tribunal Federal. Le pedí al oficial si me podía vestir, ya que estaba en bata. Los oficiales me llevaron a mi cuarto, pero ellos escogieron mi ropa interior y le quitaron los cordones a mis zapatos mientras rebuscaban por mis cosas y me hacían preguntas. Por la presión psicológica, en ese momento me subió la presión y me desmayé.

Cuando desperté, estaban vigilando mi estado de salud en una ambulancia frente a mi casa, pero en este proceso no dejaron que mi familia se acercara. La Policía le dijo a mi hermana que antes de las 12:00 p.m. estaría fuera, que era algo “rápido”.

Esperaron a que estuviera estable para montarme en la patrulla y llevarme al Tribunal Federal. Cuando llegamos me pusieron la esposas. Volví a preguntar por qué fui arrestada, pero los agentes me decían que todavía no me podían decir. Después fue aún más difícil preguntar o entender lo que pasaba porque todos los agentes estaban hablando inglés y no había un intérprete en el edificio para que yo pudiese entender lo que me decían. Lo que sí entendí de momento es que mi arresto estaba relacionado a las tutorías que yo ofrecí a través del programa de Rocket Learning [empresa de tutorías].

A las 2:00 p.m. de ese mismo día estaba en mi casa. No se me puso fianzas, ni restricciones y, durante seis años, nunca se me citó al tribunal, pero sí fui noticia en el 2016 donde me acusaron de cargos. El Departamento de Educación me suspendió con sueldo. Esto hasta que un día fui [a la central de la agencia] a preguntar por qué no estaba cobrando. Allí me dieron una carta informándome que fui destituida por el Departamento de Educación, y perdí mi empleo efectivo inmediatamente.

Durante seis años nunca se me citó al tribunal y el Departamento de Educación canceló mi licencia de maestro, mi sueldo, y mi plaza, aún sabiendo que no podían hacer eso. Ni siquiera pude buscar mis cosas de mi salón, ya que pensaron que era una criminal.

En 2020 salió un comunicado anunciando que a los afectados por el caso de las tutorías de Rocket Learning tenían que desestimar sus casos porque todo fue un error de facturación del Departamento de Educación. Alrededor de veinte maestros fuimos víctimas de ese “error” y perdimos nuestras vidas y felicidad. Pasé por toda la injusticia de llamar a abogados que no querían ayudarme, perder mi trabajo viejo, y recibir cartas indicando que no se me podía aceptar en la escuela otra vez, para [después] enterarme que todo había sido un error. Un error de 0.01% nos costó nuestras licencias, trabajos, sueldos y dignidad.

Me comuniqué y me dieron una vista administrativa. La Asociación de Maestros de Puerto Rico me asignó un abogado para la vista administrativa y este me dijo que me quedara callada y que solo escuchara.

Traté de comunicarme con el abogado para dar seguimiento, pero no contestó. Luego llamé a diferentes números que encontré hasta que me contestaron y aconsejaron que tuviera calma porque la luz se iba a ver para nosotros.

Finalmente, en agosto del 2021 recibí un correo electrónico indicando que mis cargos fueron desestimados porque todo esto pasó por un error de facturación del Departamento de Educación. El 11 de agosto de 2021 me reuní con el abogado encargado al respecto quien realizó una moción y en EEUU daba la desestimación de todos los cargos. Un mes después me llegaron unos documentos indicando que no tenía cargos en mi contra. Me cansé de llamar y escribirle a los medios para que me cubrieran. Nadie me escuchó.

Aunque hoy día no soy considerada culpable, no he podido recuperar la vida que perdí. Llevaba un año [sin los cargos], pero todavía no se me ha devuelto mi empleo. Mi abogado [de la Asociación de Maestros] hizo una moción apelando en los tribunales para que me restituyan a mi plaza. Este no me ha informado nada, quien se supone que me tenga al día. Una señora de la Comisión Apelativa [del Servicio Público] se identificó conmigo y me explicó estos por menores. Esta vez me dicen que lo cambiaron al 13 de septiembre de 2022.

Me considero una persona ejemplar en mi comunidad. Cuando me convertí en maestra me propuse a enseñarles a mis estudiantes que hay una vida Loíza. Antes llevaba a mis estudiantes los fines de semana al cine, a la playa los fines de semana o hasta a paradores, ayudándoles a ahorrar conseguir el dinero. Me aparté de mi vida social para que aprendieran que hay más cosas fuera de su pueblito. Después de ser arrestada perdí todo esto.

Mi deseo es que me devuelvan mi número de plaza en la misma escuela y que se escuche mi historia para que se conozca el tipo de abuso que causa la Policía y que no ocurra otra injusticia como esta contra otras personas. Vi a otras maestras con probatoria pasar lo mismo que yo pasé, y quiero que mi historia se escuche para que el público entienda como este lodo que nos cayó encima no se pudo limpiar.

Hasta acudí a la Protección de Derechos Civiles, pero no pudieron ayudarme. Este arresto me quitó la vida y no encontré ayuda legal para poder recuperarla. Por esto, un día quisiera poder reunirme con otras personas afectadas por estos errores de la Policía y el sistema y servirle de apoyo con mi historia. Mis heridas no se han cerrado y quisiera proteger a otros de esta experiencia.

No, no me trataron bien. No me dijeron por qué me estaban arrestando, me rebuscaron el cuarto y me causaron un episodio de salud.

No tuve que pagar fianza, pero ese arresto afectó mi vida permanentemente. Esta injusticia causó que yo atentara contra mi vida. Busqué ayuda de un psicólogo, pero no pude entender ni soportar lo que me estaba pasando. sentía que me iba a morir, por la injusticia. Esto me quitó la vida. Esto fue un calvario bien grande, sosteniéndome de la mano de Dios.